
Como venimos sosteniendo desde hace tiempo, y en consonancia con la posición tomada hace años por nuestros hermanos y hermanas indígenas, reivindicamos esta fecha como el último día de libertad y soberanía de los habitantes de nuestra Abya Yala -tierra en florecimiento-, denominación que el pueblo Kuna ubicado en las actuales Panamá y Colombia, dieron al continente americano.
La historia oficial por muchos años intentó convencernos de que lo ocurrido en 1492 era motivo de festejo y celebraciones: habíamos logrado ser “descubiertos” y -por suerte- civilizados y evangelizados. Con posterioridad y en razón de seguir ocultando un proceso histórico de avasallamiento y destrucción identitario y cultural, se intentó presentar aquel 12 de octubre como “un choque/encuentro de culturas”. Claro está que de ningún modo esto fue así. Ese choque/encuentro cultural costó la vida de miles y miles de hermanos y hermanas, de pueblos indígenas enteros, sin importar género ni edad, sólo el oro y la plata, sólo la crueldad, el sometimiento y la matanza, lo que hoy todos/as sabemos fue un genocidio.
La configuración de estos relatos históricos costaron -y siguen costando- muchos años de lucha y resistencia de nuestros pueblos indígenas. Pero, como siempre hemos manifestado, ha sido una lucha y resistencia ejemplar y valiosa para la construcción de nuestra verdadera historia e identidad.
Es por este motivo que este año consideramos oportuno rememorar palabras vertidas por dirigentes y dirigentas indígenas que nos marcaron -y continúan marcando- el rumbo a seguir y las banderas por las que debemos trabajar y batallar día a día.
Extractos de lo manifiesto en el “Foro Nacional 500 años de conquista y resistencia. Verdad y justicia para nuestra América”, del año 1992:
– “Al acercarnos al 5to Centenario del llamado ‘Descubrimiento de América’, se intensifica el debate histórico y político, ético y teleológico sobre su carácter y sus consecuencias. No se trata solamente de un problema del pasado, sino del presente y que se proyecta hacia el porvenir.”
– “La conquista y colonización del continente no inauguró una ‘nueva era civilizadora’, sino un sistema de dominación que hizo que nuestra América ingresara a la historia moderna bajo el signo trágico de la dependencia y la opresión. Secuestrada su soberanía, negadas su cultura y formas de vida, se vio sometida a la voracidad insaciable de los sucesivos imperios.”
– “Hoy, la mita y la encomienda esclavistas, el pillaje del oro y la plata, han sido reemplazados por la deuda externa e interna, por la injusticia económica internacional y el atropello a la autodeterminación de las naciones.”
Asimismo, compartimos la última parte de la Declaración Solemne realizada por el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas en el año 1975:
“(…) Sin embargo, nunca han podido eliminarnos, ni borrar los recuerdos de lo que éramos, porque somos la cultura del cielo y de la tierra, somos los antiguos descendientes y somos millones, y aunque el universo entero se desplome, nuestros pueblos seguirán viviendo aún más allá del imperio de la muerte.
Ahora venimos de los cuatro rincones de la tierra, a protestar ante el concierto de las naciones que ‘Somos los Pueblos Indígenas, somos un Pueblo con conciencia de cultura y raza, al borde las fronteras y al margen de la ciudadanía en cada país.
Y surgiendo después de siglos de opresión, evocando la grandeza de nuestros antepasados, en memoria de nuestros mártires y en homenaje al consejo de nuestros sabios ancianos: juramos solemnemente controlar nuevamente nuestro destino y recuperar nuestra completa dignidad y el orgullo de ser Pueblos Indígenas.”
Hacemos hincapié en la necesidad de tomar esta fecha como un momento de reflexión y análisis del plano actual de nuestros pueblos indígenas, e incluso de nosotros mismos como sociedad; algo que resulta de suma importancia frente a la realidad que nos acontece.
El sistema capitalista que desde hace siglos nos viene sometiendo, hoy en día nos sigue llevando a encerrarnos en nuestro individualismo, a vivir a merced del mercado y de un estado de competencia constante. Nos enceguece y nos hace olvidar de dónde venimos, quiénes somos.
A pesar de esta realidad, los pueblos indígenas nos siguen demostrando que todos/as somos hijos/as y hermanos/as en nuestra Madre Tierra, que somos parte y que no estamos por encima de nuestra madre naturaleza. Que necesitamos volver a valores como el respeto, el diálogo, a lo colectivo/comunitario, como partes fundamentales para una reconstrucción social, cultural, filosófica y de vida.
Finalizamos este escrito una vez más, llamando a cuestionarse cada uno/a quiénes somos los indios de hoy y qué estamos haciendo para poner un freno a este nuevo y siniestro avasallamiento que ahora se manifiesta con herramientas más sofisticadas y sutiles para apropiarse de nuestras riquezas patrimoniales y culturales, envolviéndonos en una gran telaraña de desconcierto, desigualdad y miseria.
Ñushpi Quilla Mayhuay Alancay
Responsable del Área Pueblos Indígenas
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