Ilustración: @pepita_soy_yo (Instagram)
En esta jornada de lucha, el activismo travesti/trans y el sector educativo toman la palabra a través de dos referentas. ¿El objetivo? Visibilizar los derechos laborales vulnerados históricamente y agravados por la pandemia de Covid-19.
Más que un día de celebración, el 1° de mayo es una jornada de conmemoración de la histórica lucha de les trabajadores por sus derechos laborales. Muchos de éstos ya se han reconocido (aunque no dejan de ser vulnerados con frecuencia) pero aún queda un largo recorrido por delante.
En este sentido, y en el contexto actual de tiempos de crisis agravadas por la pandemia, urge revisar las situaciones laborales de les más precarizades. En este caso, nos enfocamos en la comunidad trans y en les trabajadores de la educación.
En septiembre del año 2020, Presidencia de la Nación decretó el cupo laboral travesti/trans que busca garantizar en el ámbito público un mínimo del 1% de la totalidad de cargos y contratos para personas travestis, transexuales y transgénero. Este sector es, dentro del colectivo LGTBIQ+, el más vulnerado en sus derechos humanos básicos y en el acceso al pleno goce de la carta de ciudadanía, según comentó Julieta Antúnez Ríos, enfermera feminista, secretaria política y sindical de la Liga LGTBIQ+ de las provincias e integrante de Ni Una Menos Mendoza.
El decreto 721/2020 significa, para Julieta, “el primer paso para destrabar la cantidad de derechos que en la actualidad tenemos vedados”. La comunidad LGBTIQ+, aseguró la dirigenta política, recibió con alegría la voluntad política del Frente de Todos por este decreto, que se replicó también en el Senado y en la Cámara de Diputades de la Nación.
Además, en estos documentos se reconoció -por primera vez de manera oficial- que la expectativa de vida de las personas travestis y trans no supera los 35-40 años.
Por otro lado, la Nación también impulsó el proyecto de ley de cupo e inclusión laboral formal para este sector. “La euforia y alegría se han ido diluyendo con el paso del tiempo”, comentó Antúnez, porque dicho decreto no se está cumpliendo.
“Pueden existir
dependencias que hayan incorporado a compañeres, pero de ninguna manera se
cumple acabadamente con la normativa a lo largo y ancho del país, mucho menos
en el interior. Por ello es imperante la necesidad de que la Cámara de
Diputados de la Nación dé paso al recinto al proyecto de cupo e inclusión
laboral travesti/trans, que cuenta con dictamen de mayoría afirmativo en las
comisiones de Género y Diversidad, de Trabajo y de Presupuesto y Hacienda. Sólo
falta la voluntad política, hasta ahora ausente, de discutir el tema que no
sólo asegura el acceso al trabajo formal en el sector público sino que también
promueve estímulos para que el sector privado cumpla con su responsabilidad
como parte de esta sociedad que hasta el momento permanece indolente ante la
desidia para con nuestra comunidad”, sentenció la activista.
La importancia y urgencia de que esta voluntad política
se traduzca en acciones concretas radica en que “entendemos el trabajo como el
ordenador de la vida social, que fomenta la educación, promueve y facilita el
acceso a la vivienda; en definitiva dignifica a la persona mejorando la calidad
de vida, proyectándonos un futuro y alargando nuestra esperanza de vida”,
explicó Julieta Antúnez.
¿Hay cupo laboral travesti/trans en Mendoza?
“Los proyectos de cupo e inclusión laboral travesti/trans presentados duermen en el fondo de cajones de la Legislatura, al igual que en varios Concejos Deliberantes”, explica.
En algunos municipios se han publicado ordenanzas en este sentido, pero la voluntad política de esas intendencias “ha dejado el cumplimiento de esta ordenanza en el olvido, independientemente del color político-partidario”.
Algunos sectores de
la sociedad e incluso algunes legisladores, como es el caso del senador y
pastor evangélico Héctor Bonarrico (único integrante de su bloque “Más Fe” y
por ello parte también de la Comisión de Género y Diversidad de la Cámara Alta
en la Legislatura de Mendoza) consideran que el cupo laboral travesti/trans es
“discriminatorio”.
“Lo verdaderamente discriminatorio -responde Antúnez- es permanecer indolente ante las condiciones de vida y hábitat, mirar para otro lado ante un sector poblacional que no supera la media nacional de expectativa de vida, que no tiene acceso a la educación, a la salud, a la vivienda y que ejerce la prostitución no como trabajo optado, sino impuesto para poder sobrevivir, lo que configura la esclavitud capitalista del siglo XXI, utilizando nuestro cuerpo como mercancía de consumo y descarte”.
Para la referenta del transfeminismo, a estas altura de la historia y con los planteos que el mundo nos demanda discutir, hay dos caminos posibles: una es permitir que persista el “heteropatriarcado capitalista y fundamentalista religioso que sólo promueve el engrosamiento de las riquezas de una ínfima porción social y que está llevando adelante un transgenocidio con quienes nos atrevemos a pensar distinto y vivir diferente a lo establecido en sus fundamentalismos”.
La otra posibilidad es “darnos una discusión sincera como sociedad que evoluciona, que se aggiorna a las necesidades de las sociedades, entendiendo la riqueza que la diversidad de pensares, miradas, corporalidades y saberes aportan a una comunidad madura”.
La también integrante de Ni Una Menos Mendoza manifestó que estos temas no se solucionan sólo desde la política y que, como sociedad, no podemos permanecer indiferentes ante la desidia que los tres poderes del Estado ejercen con respecto a las necesidades poblacionales.
Reflexionando sobre la lucha de sus compañeras muertas y con el profundo anhelo de que éstas no hayan sido en vano, para que las vidas de las personas travestis/trans tengan dignidad y para que el futuro de las infancias no sea incierto; Julieta Antúnez recordó a la incansable luchadora por los derechos de esta comunidad, Lohana Berkins, con la siguiente cita: «Somos el deseo prohibido de la derecha capitalista. ¿Algún día seremos el deseo lícito de la izquierda revolucionaria?«.
Educación,
pandemia y nuevos derechos por conquistar
Claudia Bermejillo es licenciada en Comunicación Social, docente y mamá. La pandemia de Coronavirus implicó para ella, y para todes les trabajadores de la educación, multiplicar sus horas de trabajo. Así como la mayoría de les docentes, por su condición de mujer, Claudia combinó los trabajos de cuidado, de maternidad y ser docentes de sus propios hijes.
“Trabajar como docente en la pandemia me significó adaptar mis formas de trabajo en equipo, acordar con mis compañeros de cátedra cómo, cuándo, dónde y con quiénes repensar cada una de las tareas. La materia que dictamos, además, tiene mucho trabajo en el territorio y en articulación con organizaciones sociales. Entonces también nos puso en un dilema fuerte de contradicciones ideológicas,» testimonió la comunicadora.
«En lo concreto, en la cotidianeidad, me significó -por ejemplo- estar revisando trabajos prácticos desde mi celular, mientras dormía a mi hijo de un año y medio, a las 11 de la noche”, agregó.
Aseguró que la pandemia les obligó, como equipo docente, a volver a preguntarse a quiénes se dirigían, en referencia a les estudiantes, para contextualizar no solamente sus tareas como docentes sino también de quienes del otro lado de la pantalla tenían que responder, interactuar o participar. Se trató -y se trata, porque la pandemia aún está en curso- de un desafío mayor:
Debieron desarrollar al máximo nivel la empatía y, a la vez, enfrentar todos los dilemas y circunstancias desde lo personal en lo anímico, lo emocional y lo psicológico. Es un reto importante principalmente desde la labor docente que tanto tiene que ver con lo colectivo y con el vínculo pedagógico.
Para Claudia, el Covid-19 trajo cambios circunstanciales en sus condiciones de trabajo que ameritan que haya fuertes revisiones acerca de los derechos que han sido vulnerados, entre los que se encuentran “el derecho a condiciones laborales dignas, saludables; el derecho a que nuestros empleadores y empleadoras nos provean de todas las herramientas e insumos para desarrollar la tarea”.
“En mi caso, que soy docente universitaria, tuve que asumir el 100% de la responsabilidad y los costos, tanto de los dispositivos como de los servicios de conectividad. Y en ningún momento tuve algún tipo de reconocimiento por esa tarea, ni económico de ningún otro tipo. Se triplicaron mis horas de trabajo y aumentó también el nivel de demanda de les estudiantes. Eso no se vio compensado por el reconocimiento económico que establece, básicamente, la Constitución Nacional,» opinó la profesora.
«Creo que estos nuevos contextos van a exigir de parte de los, las y les trabajadores nuevos escenarios de lucha por nuevos derechos para conquistar”.
En tanto comunicadora social, además, Claudia Bermejillo reflexionó sobre el rol de los medios de comunicación con respecto a la pandemia y con el tema educativo en particular: “Los medios de comunicación son empresas que priorizan sus intereses económicos, comerciales y de sostenibilidad financiera, más que su función social. De hecho, está borrada su función social y su rol en la comunidad. Por lo tanto, todos los estereotipos que construyen, reproducen, sostienen y hegemonizan son aquellos funcionales a sus intereses”.
Apuntó a que los medios de comunicación, al ser formadores de opinión y también constructores de realidades, “han llevado con sus discursos a grandes enfrentamientos entre integrantes de las comunidades educativas y creo que eso ha sido sumamente irresponsable de su parte.
Pero también considero que muchos y muchas comunicadoras hemos intentado torcer la balanza y acompañar procesos de reflexión en torno a la importancia de la educación, la importancia del rol de los y las docentes y también la importancia de las familias y su participación en los procesos de enseñanza-aprendizaje”.
Finalmente, destacó el papel que han desempeñado algunas comunicadoras “que hemos hecho un esfuerzo por visibilizar otras realidades educativas, territoriales, comunitarias, que quizás estaban invisibilizadas o naturalizadas. La pandemia nos dio una buena excusa para hablar de pobreza, de discriminación, de falta de conectividad, de vulnerabilidad y empobrecimiento a niveles a los que no nos habíamos quizás imaginado”.
Desde el área de Género y Diversidad Sexual de Xumek acompañamos las luchas del colectivo trans-travesti y de les docentes que, como se explicó en esta nota, hacen un ENORME trabajo a pesar de ser totalmente invisibilizades por el Estado provincial. Nuestro rol es visibilizarles y exigir:
BASTA de brecha salarial, queremos una real igualdad, exigimos la PLENA IMPLEMENTACIÓN del cupo laboral trans, TRABAJO FORMAL para todes, condiciones laborales dignas para les docentes e IGUALDAD de oportunidades.