Juicio de Lesa Humanidad en San Rafael: crónica segunda semana

Los días 8, 9 y 10 de Abril dieron continuidad, en su segunda semana de audiencias, al segundo juicio por delitos de Lesa Humanidad en la ciudad de San Rafael, provincia de Mendoza. Oportunidad en la que, a pesar de algunos problemas técnicos respecto a la comunicación vía teleconferencia, se pudieron completar al menos 20 declaraciones que hicieron que rápidamente el público presente empiece a dimensionar todo lo que significó para las víctimas los hechos que les tocó vivir.

Si bien podríamos intentar explicar con nuestras palabras la tensión en el ambiente y esas sensaciones fuertes que se tienen al escuchar y ver a las víctimas aprovechar esos momentos únicos para cada uno de ellos, no es ni comparable con escucharlo de ellos mismos.

Por eso intentaremos acercarnos lo máximo posible destacando frases, anónimas, que se dijeron espontáneamente y que estamos seguros que calaron profundo en todos los presentes. Incluso en los que están sentados ahí esperando ser merecidamente condenados.

El Daño Irreparable:

Sin dudas que cada gesto, palabra y lágrima vertidos en la sala, mostraron en forma patente el daño que generaron estas terribles vivencias. Prueba de ello es que a lo largo de los tres días, se hizo recurrente escuchar frases como:

– Es muy duro volver al pasado. Fue un infierno. Todavía tengo problemas en el oído, por golpes con las palmas de las manos de los señores que están acá acusados. (…) Me reventaron los oídos a golpes. Eran demonios ahí adentro que nos tenían esposados y encapuchados.

– La cárcel era como el cementerio de San Rafael, era un cementerio con gente viva.

– No estábamos preparados para las aberraciones que pasamos, es algo que no se puede olvidar. Nos trataban como un trapo viejo, pero a mí, como ser humano, las cosas me dolían, a un trapo no.

– No parece justo que una mujer víctima de violación diga con mucho dolor que los hechos ocurrieron en el dormitorio donde dormía con su mamá, que ahora a casi 40 años después tiene cerrado con ladrillos para no recordar, debiendo vivir solo en el comedor. Que por años no pudo decir nada por miedo. Que se sentía rechazada, no podía estar con gente, teniendo que tratarse con psicólogos porque abandonó la secundaria. Y que recién pudo contar a su familia lo sucedido después de hacer la denuncia en el año 2011.

– Era una tortura. El sólo hecho del encierro y la privación ilegitima de libertad, y la inversión de la carga de prueba teniéndome que demostrar inocente, era imposible. No tenía nada que ver con los hechos. Era un iniciado militante peronista (…) Tuve el ‘privilegio y honor’ de ser el único estúpido, inocente, ingenuo, idealista que me vigilaban como presunto subversivo.

 – Nunca me dijeron porqué estaba detenida. Entré en la celda y entré como en un túnel del tiempo, porque no se sabe cuándo va a terminar. (…) Torturas físicas no hubo, el trato entre comillas fue respetuoso. Lo que no quita que estar ahí es una tortura. Por mis hijas.

Me ofrecieron en tribunales ver a mi familia y no acepte, el Suarez. Uno tiene sus límites, era nefasto el ofrecimiento. En el momento lo cree humanitario, pero a los 5 minutos se da cuenta que no puede alguien ofrecer llevar a 4 criaturas a ver a la mama presa.

Y después, y después tuve que vivir. Lo primero que tuve que hacer frente fue volver al trabajo. Enfrentar a los grupos sociales. Y mi marido seguía preso y había que seguir pidiendo por él. Son saltos de trauma en trauma. Todo nace de un mundo silencioso y tienen miedo de tocarte, por el miedo a que los puedas contagiar. Es como que uno queda ‘contaminado’.

– Nosotros éramos normales, no se puede vivir un calvario como ese. Mi marido murió en el 2006 de un tumor en la cabeza, todavía no se si culpa de las patadas que le dio este bastardo. No creo que tenga nada más que decir.

La Desaparición Forzada:

Es tristemente notable advertir que los daños de las desapariciones forzadas no terminaron ahí, ni se repararon con el tiempo, sino que las heridas se mantienen abiertas aún hoy.

– Era una hermosa familia, creo que mi vida de hoy la grabó mi marido. Lo esperé mucho tiempo con la ilusión de que estuviera vivo.

Esas fechas no se olvidan. Marcaron una vida. Un antes y un después. Cuando se llevaban gente, fotos, se llevaban los sueños, el amor de uno. Se llevaban todo. Es, nunca más ser feliz. Es, nunca más tener paz. Cada uno de los momentos lindos los hubiera querido compartir con él. Se llevaron cumpleaños. Ese padre de ese hijo que si no es por una foto no tendría imágenes. Miles de besos. Era una persona querida. Se llevaron todo. ¿Cómo una madre le cuenta esto a un hijo? ¿Cómo? No hay forma…

Una cosa es contarlo y otra sentirlo en la piel. Me decían “debe andar con una minita por ahí”. Mi marido en algo andaba: le preocupaba la copa de leche en las escuelas, que los cumpas no tuvieran laburo, la inclusión social, le molestaba la pobreza (…) ¿Esos eran subversivos? ¿Que no le resbalaran los problemas de los demás? ¿Por eso se llevaron a un pibe de veinte?, ¿a un padre?

Capaz que apretaron el gatillo convencidos, pero que no se lleven los huesos, que nos digan donde están. Nadie pela la papa sin saber dónde tirar la cascara. Dónde están los huesos, no se los lleven a la tumba.

Mirando a la cara a los imputados dijo: No tengan bronca. Están con un tribunal, con defensores. Mi marido no tuvo nada. Si no aparecen los huesos son viles, porque sí saben donde están. Yo pido huesos, huesos, porque los cuerpos hablan. (…) Mi abuela decía “no te preocupes que una bala mata pero no calla”. Nuestros hombres están muertos y desaparecidos, pero hablan, sino no habría este tribunal. Se llevaron sus vidas pensando como quisieron pensar, pero hoy ya saben cómo piensa el país y el mundo, que no se lleven los huesos…

 – A los 8 años me enteré que mi papá le dijo a su abuela “cuidameló porque es lo mejor que tengo”. Ese día mi vida cambió. Me transformé en hombre, y quise saber que le había pasado a mi padre.

No tenía amigos, porque los padres no dejaban que se juntaran con un tirabomba y subversivo. No podía conseguir colegio. No pude hacer la comunión porque no me dejaban entrar a la iglesia. Perdí a mis dos padres, porque mi vieja tuvo que salir a trabajar para poder irnos de Alvear y rehacer sus vidas.

Siendo padre, lo peor que te puede estar pasando es que donde te están torturando, metan a tu hijo desnudo. No creo que sea un acto de humanidad.

Que estos tipos nos digan qué pasó, dónde están nuestros padres; que tengan la grandeza y nos digan dónde están, que tengan la grandeza de persona. A mi viejo lo llevaron en una bolsa de nilón, de un tiro en el corazón, se desangró en el piso, pero eso no me duele. Me duele la Argentina, y no saber qué pasó. Me queda pendiente encontrar los huesos de mi padre. No sé si es el mejor lugar para pedirlo, pero es el mejor lugar que encontré. No para mí, yo a los 8 años me di cuenta que ya estaba. Que nuestras vidas no tenían sentido. Que limpien la imagen de las fuerzas de seguridad.

Es el peor de los delitos que se pueden cometer; uno puede odiar desde lo político, pero la dictadura fue peor que eso, utilizó la desaparición forzada de un modo perverso. Nos ponen en un lugar de no saber quiénes somos. Nos resistíamos nosotros a matarlos. Eso nos generó la pregunta eterna, de dónde están, qué pasó. Los familiares que buscan a un familiar les pasa a todos lo mismo. Fue un plan de exterminio regional. La metodología era siempre la misma. Si hay 30 mil desaparecidos, es porque hay 30 mil familias sufriendo.

Cuando les preguntaban a los imputados, todos describían familias divinas. Y yo dije que distinto fue para uno y que fue para otros. Por eso estamos acá. Solamente nos queda relatar frente a un tribunal. Y otros tienen la posibilidad de decir “tengo dos hijos…” y nosotros nos quedamos ahí, un 25 de febrero de 1976 cuando un camión se llevó pibes por pensar distintos.  Espero que en la sentencia se note la diferencia. Me quedo con eso, con que al menos sientan el rigor.

 – Sigo la búsqueda, hoy con 39 años la vida me quitó, estos genocidas arrebataron la vida de mi viejo… perdón por que estoy quebrado pero necesito hablar. Asique como me arrebataron la vida de mi viejo, la vida me regaló una familia hermosa, mi esposa que es una gran mujer siempre me sostiene, y mis 4 hijos que también esperan encontrar los restos de su abuelo.

La vi a mi madre durante muchos años mirando por las esquinas esperándolo.

El imputado Guajardo dijo que ahí estaban los cuerpos (…). Dijo también que él había hecho los pozos donde los enterraron. El juez en ese momento ordenó hacer las excavaciones, fuimos con esperanza. Estuvimos casi 10 días, en un lugar muy bonito, yo digo que si está ahí mi viejo fue el que hermoseó el lugar. No los encontramos pero se determinó que hubo fosas. En el camino de 160 km decíamos ‘por acá pasó mi papá’. Tuvimos la suerte de entrar a las fosas. Salí con un vacío muy grande pero por lo menos supe que él estuvo ahí. También mis hijos están esperando encontrarlo. Lo que más me duele es que ellos también esperan lo mismo.

Este pacto de silencio que tienen estos señores, no sé cómo decirles, no quiero faltar el respeto. No es el curro de los derechos humanos como tuvimos que aguantar. Esa es otra cosa, la figura del desaparecido. Porque sigue de generación en generación. Ojalá termine en mí. Me la banco porque es la lucha que nos parió. Pero sigue con mis hijos. Ayer le tuve que decir a mi hija “no sé si lo vamos a encontrar por el pacto de silencio”. ¿Qué les cuesta decirnos?, quieren seguir torturándonos con eso, no alcanzo a entender porqué son tan macabros con eso. Y eso que tienen familias. Eso demuestra que siguen con el plan de seguir torturándonos.

El enorme valor de las mujeres:

Otro punto sumamente destacable fue sentir la fuerza, determinación y coraje que tuvieron muchas mujeres, que apenas superando los 20 años de edad, supieron enfrentar el terror e intentar por todos los medios a su alcance encontrar respuestas para ellas y sus familias.

Qué se puede pensar al escuchar a una mujer relatar que desde el momento en que detuvieron a su marido, hoy desaparecido, recorrió a pié sola el camino entre los centros de detención, hasta que consiguió que le digan dónde se encontraba. En ese momento ella pensaba en la comida, en que seguramente él tenía hambre, entonces le llevó cosas con la ilusión de que las iba a recibir. No lo pudo ver nunca.

Trataba de ver por un portón de chapa. Hasta que espiando por ahí, un día lo ve al lado de la puerta de una habitación. Entonces agarró la costumbre de ir siempre a la misma hora porque podía espiar.

Luego de pedir permiso al tribunal para llorar, continuó su relato contando que un vecino la llevó a unos cuarteles, donde después de insistir mucho, apareció en una tranquera de madera un militar. Éste le dice que era una atrevida. Iba con su bebé en brazos, ella le dice que necesitaba que dejen que su hijo viera a su padre. No la dejaron, aclarándole que si su hijo está enfermo es mejor, que muera, porque va a ser uno menos para matar.

Se volvió temblando, pero no desistió. Al día siguiente, con su hijo en brazos, fue a infantería y dijo ‘vengo con la orden de que mi hijo vea a su padre 5 minutos’. Sale un militar y pide la autorización, ella sin tener el papel en la mano lo convence de que la autorización era real. Y así pasó, y su hijo estuvo con su padre. Ella miraba por el agujerito pero no los veía. Estuvo como 30 minutos.

Por supuesto que no se conformó con eso tampoco. Fue a la Unidad Regional y le dijeron que no podía estar ahí. Se escondió en la acequia y como pensaba que por estar lejos no veía bien lo que pasaba, se levantó y entró al edificio donde le mostraron un papel firmado y le dijeron que su marido ya se había ido en libertad.

Siguió buscando. Como la persona que en un primer momento se llevó a su marido había quedado a cargo del municipio, iba a la municipalidad a tratar de averiguar algo. Pero nunca la atendían. Hasta que un día se encuentra a este hombre en las escalinatas y le pregunta donde estaba su marido. Y a los días le respondió que ya estaba en libertad y que si no había vuelto era problema de ella

A partir de ahí, su historia siguió, recurrió al lugar de trabajo, a la justicia, a la iglesia, pero corrió siempre con la misma suerte. Pero ella nunca desistió y mantuvo firme su reclamo, tan firme como ayer y como hoy

Otro tremendo ejemplo es el relatado por otra joven mujer de un detenido político de Malargüe. Estuvo detenido varios días en San Rafael y el mayor Suarez le concedió su libertad con un certificado que debía entregar en su trabajo para que lo reincorporasen. Sin embargo, cuando fue a solicitar la reincorporación, fue nuevamente detenido. Como no sabía qué hacer, llamó a gendarmería y habló con el comandante que lo conocía, éste le dice que le traiga ropa porque han pedido que lo lleven a Buenos Aires debido a que se tomó el atrevimiento de pedir que le reintegren el trabajo. Agregando que venga a verlo porque quizás sea la última vez que lo vea.

Automáticamente ella toma la decisión de venirse a San Rafael, se vino a hablar con el mayor Suarez, quien le había otorgado la libertad en un primer momento. Le dejó a su hermana los niños y se vino desde Malargue en el R6 sin calefacción y con 40 cm de nieve. Nadie la acompañaba. Se abrigó bien y partió.

Llegó a la municipalidad. Se bajó, se arregló un poco y subió al primer piso. La atendió un soldado. Le dijo que sin audiencia no la podía atender. Ante la negativa, cruzó la plaza San Martín hasta donde estaba Aerolíneas Argentina donde su cuñado era gerente y la sobrina secretaria. Con ésta última entran a la cocina y se visten de azafatas de aerolíneas. Luego cruzaron la plaza aún ante la insistencia del cuñado de que no lo involucraran, que le iban hacer perder su trabajo. Ella tenía cargo de conciencia porque las podían matar a las dos.

Su sobrina era muy linda, lo que permitió el ingreso a la oficina del mayor Suarez. Luego de esperar como una hora, las hacen pasar. El hombre era abominable, era gordo y con una pipa. Apenas entraron se le abalanzaron y le contaron desesperadamente que él le había dado la libertad a su marido, y que lo estaban desobedeciendo. Frente a lo que Suarez tocado en su orgullo dijo: “soy el único que le puede dar la libertad, detenerlo y matarlo”. Por lo que empezó a llamar a gendarmería, hasta hablar con el comandante y le dice que lo tiene que dejar en libertad porque ya lo habían investigado. Luego de la llamada a gendarmería, les dice a las mujeres que se fueran tranquilas porque cuando llegara a Malargüe su marido iba a estar en libertad.

Ella vuelve sola a su casa, donde estaba su hermana despierta y los niños durmiendo. Llegó a la media noche y le dijo a su hermana que no se acostaran, y que las 5:30 de la mañana tenían que ir hasta la puerta de gendarmería a esperar que saliera su marido. Ellas habían decidido que si salía un camión para el lado de la ruta a Buenos Aires, no era buena señal, por lo que iban a empezar a gritar y tocar bocina para despertar a todo el pueblo diciendo que iban a matar a su marido y si salía para el otro lado, el de su casa, entonces el llamado del mayor Suarez había dado su resultado. El camión salió a las 6:15 de la mañana para el otro lado, el de su casa, ellas fueron atrás del camión y él las saludaba, al llegar a su domicilio, la mujer contenta con la libertad de su marido invitó a los gendarmes un café para agradecerles.

El efecto reparador del juicio:

Pero estos testimonios cargados de emoción también permitieron advertir lo reparador que es hoy a casi 40 años, poder sentarse libremente ante un tribunal frente a sus represores y contar con detalles todas las experiencias sufridas.

– Realmente esto es reparador. Venir y testimoniar. Es reparador. Y mi viejo en democracia no tuvo la chance.

– Hoy para mí es un gran día, y quería contar todo esto, y nuestra niñez no fue la mejor (…) él no quiso entregar su vida ni que se la arrebataran como lo hicieron. Seguramente algunos hijos más quiso tener. Voy a seguir levantando sus banderas. Estar sentado acá es importante, porque es un poco cerrar la herida. Gracias al tribunal, a la fiscalía que le pone tanta fuerza. Y ni hablar de los abogados, que más que abogados son hermanos.

– No somos familia pero a todos nos cambió la vida. Hoy estar acá ayudando me enorgullece.

– Le agradezco habernos convocado a todos los detenidos. Y espero que los imputados se dignen de decirnos dónde están nuestros compañeros.

El juicio tendrá continuidad los días 15, 16 y 17 abril en la ciudad de San Rafael.